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Turbada por este espacio celeste
inconfundible y fecunda alameda estrellada,
he solicitado humilde al soberano universo
treguas para rendirme valiente y callada.
Serenos ermitajes y solemnes
ofrendo al Rey de copas, al Rey de espadas,
que en mi penumbra transitan impacientes
las verdades más ocultas, perfectas y claras.
A pesar de todo en esta superficie estelar
después de barajar los Reyes con los Ases
me han concedido un descanso amoroso,
en mi reciente madurez, llena de paces.
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