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Quiero con las luces blancas de Don Joaquín Sorolla y Bastida
con todas las cañas y el barro que Don Vicente Blasco Ibañez amasó
edificar un poema sin sombras, un poema de adobe,
un poema de playas cubiertas de flores, de fuegos,
de levantes fieros que se izan en alta mar.
Y aun siendo poeta sin nombre, nacida en un barrio de arenas
junto a una mar preñada de olas, algas y brisas, espumas y redes
quiero recitaros en verso el alma marina, el aroma de sal
la tarde encendida de la pálida bruma, el lecho de orillas
con lenguas de oro y de plata.
La roja esfera del plenilunio, la blanca estela de las barcas,
el amanecer de naranjas, el fulgurante perfil de las estrellas,
las caracolas fugaces en los omnipresentes azules del cielo,
el viento enredado de lunas y el horizonte dormido en su cuna
cuando la noche se crece.