10 octubre 2009

La vieja charca

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Algún día se secará la vieja charca
y las libélulas sedientas de cánticos
irán aminorando y enlutándose la marcha
Afilarán los serruchos sus dientes mellados
para en la hueca garganta tallada de voces
seccionar los poemas entre tajadas y breviarios.

Se cerraran los equipajes,
se secarán las norias en sus giros de lenguaje
y en el momento de libar en sus frágiles amapolas
engulliré una ración de cielo negro azul oscuro,
bebiéndome a sorbos tantos versos declamados
en la copa ciega de mi ocaso
aventurándose también sordo y mudo.

Sorberé la escarcha de mis lágrimas caidas
de los rojizos ojos que dejan
sus fragmentados lutos de luz en poemarios
a través del llanto en sus ramas partidas,
a través de risas en tiempos trenzados,
a través de redes, de lunas, de brisas,
de lloviznas breves,
de libros y de temarios
de palabras crudas y bellas
que nunca quise transcribir a mi diario.