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No sé la hora que es,
miro el chivato del tiempo
y camino adversa sobre la cima de esta noche,
parada en el sesgo del instante
voy atrasando las manos
las miradas en pausa
me han detenido inconexa.
Escucho el martillo de un reloj.
Regreso a tu participio amado
donde mi corazón era una risa silvestre
donde tus augurios dulces
trenzaban mis calmas
y eran la miel de mis actos
en el hecho abstracto del amor.
El reloj está clavando llantos en la herida
Y se ha parado la sombra
las elocuentes persianas se han bajado
he disparado la trampa
de las rosas malvas de tu encuentro
que cerró la salida al laberinto
y que hoy me mantiene en alerta.
Tengo en mi mano el reloj transparente.
Las amalgamas de claros,
las luces niñas que amanecen sin camino
han atravesado la noche del miedo
el momento sordo de tinieblas
donde destilan las almas su dolor
consumiendo a fuego lento su llanto
H e detenido el reloj.
He detenido el paisaje
he detenido la marcha, la luz, los engranajes
he detenido la luna blanca, la aurora,
el homenaje,
el tiempo sin horas, el ruido, el oleaje,
lo he detenido todo,
completamente todo
y lo estoy recogiendo en mi equipaje.